“Lo único que limita a la poesía es el miedo del poeta a la crítica y al qué dirán.”
(Yo Mismo)
Es absurdo pretender que la nueva poesía se alimente única y exclusivamente de palabras “literarias” y esperar al mismo tiempo que los poemas resultantes sean originales. Esto es así porque ya son más de dos mil años que se usan palabras literarias en el discurso poético, así que todas (o al menos la mayoría de ellas) ya están trilladas.
Por otro lado ningún ser humano conoce sólo, única y exclusivamente lo relativo a su profesión, por muy especializado que en ella esté. Todos tenemos aptitudes y vocación para numerosas áreas del saber.
-Aquí hay que aclarar que la especialización no es una necesidad del Hoimbre, sino de la sociedad en la que éste vive y comparte, y dicha necesidad se presenta por la obligación implícita en la distribución del trabajo y los quehaceres en las sociedades en cuestión.-
Por tanto resulta evidente e innegable que toda persona tiene intereses variados y conocimientos amplios, vastos, extensos y a veces incluso profundos en más de una área de la cultura.
Así, el médico puede ser aficionado de la pesca y de la caza, el ingeniero edilicio puede sentir pasión por la aeronáutica, el electricista puede que disfrute del estudio de la sociología, asimismo el escritor también puede tener los intereses más diversos.
Ahora; según mis experiencias y percepciones, es mi creencia que para hacer poesía se requieren de al menos cuatro circunstancias decisivas:
1) El conocimiento de las técnicas poéticas y literarias.
2) La pasión por escribir, llámese inspiración, vena poética o como se quiera.
3) Una cultura general no indiferente.
4) El conocimiento de sí mismo que tenga el poeta, de sus aptitudes y vocaciones,
de sus intereses, hobbies y devociones.
Ahora, las palabras para la nueva poesía deben sí proceder del ámbito literario, pero no sólo…
También deben provenir de las ciencias naturales, de las ciencias sociales, de la técnica y tecnología, de las muchas artesanías y de todo el ámbito cultural en que se mueve el hombre.
Por supuesto es obvio que no podemos pedirle a un poeta que se aburre con la física, que nos haga poesía cuántica porque le va a quedar mal, es por esta razón que el poeta tiene que conocerse y abarcar aquellos campos del saber humano que más le apasionan.
Así, un escritor que tiene conocimientos de la pesca incluirá en sus poemas tanto de cañas y anzuelos, señuelos, redes y atarrayas y peces de toda índole.
El escritor que ama la arquitectura llenará sus escritos con toda clase de columnas y dinteles, vigas y arcos, bóvedas y planos, líneas y geometrías.
Incluso, si existiera una poetisa cuyo único interés (aparte de la lírica) es el tejido, ¿por qué no llenar sus temas de puntos y contrapuntos, de lanas y de hilos o lo que convenga a dicha arte?
Las palabras para enriquecer a la poesía están a la mano, todo lo que tenemos que hacer para alcanzarlas es quitarnos la venda de los ojos y dejar de creer que están prohibidas las migraciones de vocablos entre campos del saber.
¿Es que acaso no le cantó Neruda al alfarero?, ¿no es cierto que haya que tener conocimientos de alfarería para lograr un poema en ese sentido?, cuando menos conocer el torno y la arcilla.
Además, no son los críticos literarios quienes prohíben las migraciones de términos al ámbito poético; por el contrario, ellos lo aplauden.
Y dichas migraciones se han dado en todos los tiempos, porque todos los poetas de todas las épocas se han ocupado; principalmente, de sublimar las cotidianeidades de su tiempo o cuando menos introducir abundantes elementos de su día a día.
Y nunca lo cotidiano fue tan complejo como lo es ahora, fíjense que estoy escribiendo
sin hoja de papel y estoy publicando sin editorial ni imprenta, y si lo que escribo gusta llegaré a toda Íbero América;. Si hace nada más veinte años alguien me hubiera dicho que todo esto es posible, yo le habría llamado loco, demente y descerebrado.
Por ejemplo, sería en verdad triste y lamentable que alguien con vena poética no escriba sólo porque todo su vocabulario tiene que hacer nada más con panaderías y los menesteres a ellas asociados, muy por el contrario, yo le diría “estudia las técnicas poéticas y luego cántale odas al pan, a las tortas y a los pasteles”, porque si el poeta no escribe, ese evento representa una pérdida cultural para toda la humanidad.
Y vamos, ¿quién fue el poeta más grande de Francia en el siglo veinte?, fue el despachador de un cafetín, un tal señor de apellido Prevert, cuánto no habría perdido la literatura francesa si ese señor se hubiese dicho a sí mismo “¿qué voy a saber yo de poesía si todo lo que hago es lavar tazas y servirle café a los franceses?”
A propósito de las pasiones; quiero dejar en claro que si escribo poesía cuántica es sólo porque me apasiona la astrofísica (aunque no la entienda mucho) y siempre incluyo en mis temas aquellas áreas del saber que me apasionan (aunque no sepa nada de ellas, pues no hay obstáculo que la pasión no venza) pero los temas que no me apasionan no los toco, los leo por amor a la poesía pero no me atrevo a escribir sobre algo que no mueva emociones en mis multiformes yoes, desde lo más profundo de mi subconsciente.
Por eso estoy totalmente convencido de que es enteramente falso que la poesía haya muerto, enferma si está, tal vez incluso agonice (aunque a mi no me lo parece);
Pero rescatar a la poesía de su estado es tarea de los escritores, y cada quién pesque los vocablos y los temas en los ámbitos culturales que más les apasionen.
Es por ello que hablo de Megarrealismo, no sólo como corriente del todo sino también en el sentido de ir más allá del realismo, cada quién según los dictados de las multiformidades de sus universos interiores, así que más que una corriente, quisiera yo ver en este Megarrealismo (que no acabo de definir) la excusa para enriquecer la poesía (parafraseando a la astrofísica) según todas las posibilidades habidas y por haber.
Lo que espero, lo único que en verdad aspiro es poder leer poemas que sublimen cualquier oficio, cualquier fenómeno, cualquier evento experienciado o no, de manera que la literatura contemporánea se transforme en un horizonte de sucesos donde todo es posible.
Y recordemos siempre que para que un tratado sea poético sólo hacen falta dos características, belleza y sensibilidad
La primera se consigue con la aplicación de las técnicas literarias, la segunda se consigue poniéndole corazón y dando siempre nuestro mejor esfuerzo.
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